jueves, 16 de mayo de 2013

Curso de Antropología Filosófica VIII Por Alberto Espinosa


8.- Filosofía y Educación           

8.1.- La filosofía es: el arte y la ciencia de las distinciones, de los matices, de las definiciones, de lo diferenciante, de lo especificante, de la determinación de lo esencial.
   La filosofía está, así muy mal parada en nuestra época, siglo y mundo, subyugada por el signo de la indistinción, del hibridismo, por la androginia de las formas, por la absorción completa y sin residuos de lo íntimo en lo público, en cuya socialización el hombre contemporáneo, ya falto de toda interioridad, se disuelve en el igualitarismo del número, sobre cuyo campo hoyado se instaura el tuteo y el codeo público, el cual abona el terreno para el fenómeno final del desconocimiento de la persona –tanto en el sentido epistémico, de no tener ni poder tener conocimientos efectivos sobre la realidad humana misma, como en el efectivo desprecio, estimativo y práctico, de la persona.
8.2.- La filosofía a la altura de los tiempos debe por tanto ser una filosofía de la persona humana, enmarcada en una teoría de la educación comprensiva y completa de nuestra realidad. Porque, por un lado, la realidad del ser humano esta compuesta, si no íntegramente, si principal y básicamente por personas (Personismo); por el otro, porque el hombre, desde que nace hasta la tumba, está constantemente educándose, y a la vez co-educando a sus semejantes, siendo la educación un fenómeno, notable en este sentido, que prácticamente integra la totalidad del mundo de las personas. Ambas filosofías deben así coordinarse con una filosofía de las circunstancias y articularse por medio de una completa y compresiva filosofía del lenguaje.

8.3.-  El hombre es: el animal educado: que es la persona.

8.4.- La educación es; toda expresión que articule una situación de convivencia formativa. La educación es, en efecto, esencialmente convivencia formativa, formación de lo humano dentro de situaciones de convivencia humana.   Las expresiones educativas son tanto mímicas como verbales, pero también aquellas que son producto de su espíritu y de la actividad creadora de sus manos: arte, decoración, artesanías, etc.  

8.5.- La educación es un proceso social. El ser humano es el animal racional, pero tal animal es esencialmente social: el individuo humano es un ser esencialmente social, que encuentra en la educación el medio propio para formar su individualidad en el sentido específico, estricto, esencial, de una mejor convivencia con sus semejantes: es decir, el logro de la educación es la mónada, si, pero con puertas abiertas y ventanas transparentes.
   Los excesos y los defectos: el hombre mónada, confinado, encerrado en su subjetividad, preso en la cristalina isla de su consciencia o encadenado sorda, material, rígidamente al antro de fieras del inconsciente; el hombre socializado, despersonalizado, al grado de dejar de ser individuo.   

8.6.-  El individuo humano comienza… por no existir. Nace, crece y se desarrolla y finalmente muere en medio de una cultura (filosofía, arte religión). Tal cultura es preexistente al individuo y también le superará en el tiempo. El ser humano es: el ser social que vive en medio de una cultura.  
   La educación, así, tiene como propósito y orientación final la formación del individuo humano para el completo desarrollo de sus facultades, algunas de ellas innatas, otras tantas tan innatas como exclusivas suyas (pues si todo hombre es por naturaleza racional y hablante, hay quien nace para ser bailarín, o pintor, u orador, o pianista, siendo los dones prodigados por la naturaleza a los individuos escasos y a su manera aleatorios).

8.7.- Todas las expresiones que articulan situaciones de convivencia formativa, todas las expresiones de la educación, tienen en su núcleo una articulación moral. La esencia de educación es la moral: la morada, la casa de la que sale y a la que se vuelve.

8.8.- En el proceso educativo la escuela es una especie de segunda familia, de la misma forma que el maestro es una especie de segundo padre. Es por ello que en el proceso educativo vale más el ejemplo que mil palabras y no puede con nada ser sustituido.

8.9.- El proceso educativo, inserto en la escuela, parte de la educación estrictamente materna y familiar (la crianza, la pertenencia, la identidad de raza, cultura y religión), a las instituciones sociales de la educación, que son en parte artefactos (más o menos mecánicos), y en parte organismos sociales.  

8.10.-  El hombre nace en medio de la naturaleza también, porque nace como animal, como criatura orgánica, biológica, viva. Pero se va haciendo hombre poco a poco, se va educando, se va humanizando entre los hombres, en un proceso social –pero toda sociedad es una sociedad de individuos.
   Desde el primero momento de su nacimiento, el ser humano es tomado por otros, para ser educado, instruido, humanizado –la vida social de la cultura. Porque el hombre no posee la humanidad, sino que vive en ella, que entra en ella como se entra a un ámbito, a una región del ser, así entra en el mundo de la cultura, que le precede y que estará ahí más allá del individuo.
   El hombre es: educarse, hacerse hombre, es entrar en contacto, familiaridad, asimilación y recreación de las formas y los contenidos de una cultura –pero si entra en ese mundo de signos y de significaciones, digamos porque no quiere, o porque no lo alcanza, o porque no existe (sociedades bárbaras), puede decirse o que es un no hombre, o que es infrahumano, o que es bárbaro.







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